Entrevista con Laura Gutman

viernes, 11 de julio de 2008


49 años. Nací y vivo en Buenos Aires. Tengo dos hijos de mi primer matrimonio, mi marido tiene tres y hay uno en común. Soy directora de Crianza, una institución que es una escuela de capacitación profesional y un lugar de asistencia para madres y padres. Creo en el ser esencial que hay dentro de cada uno de nosotros-


¿Cuál es la parte oscura de la maternidad?

- Cuando fuimos bebés, nuestra madre nos acunó más o menos, se dedicó a nosotros o nos abandonó más o menos. Esa vivencia olvidada de amparo o desamparo está en nuestro inconsciente y aflora, sin que nosotros seamos conscientes, cuando nace nuestro hijo.-


¿Y lo amamos pero nos agobiamos?

- La dificultad que tienen las madres está más relacionada con esas manifestaciones del niño análogas a nuestro mundo sombrío que con la dificultad real de los cuidados.


- Los niños a veces te sacan de quicio.

- Hoy las mujeres tenemos puesta la identidad en el mundo del trabajo, de la realización personal y la autonomía; y la maternidad es todo lo contrario, nos quita toda autonomía y toda libertad personal. Esa contradicción nos produce un gran sufrimiento.


- ¿Eso es así hasta cuándo?

- Un bebé depende absolutamente de un adulto, incluso para moverse, durante 9 meses. Pero en realidad la dependencia es para siempre, porque cuanto más abandonado emocionalmente ha estado un niño, más requerirá y más desesperado estará de llenarse de mamá. De hecho, todos somos adultos reclamando lo que no obtuvimos.


- ¿Hasta qué punto?

- Nos pasamos la vida tratando de obtener lo que no obtuvimos en nuestra infancia ejerciendo violencia activa, pasiva y agarrándonos a adicciones que no son más que la desesperada necesidad de llenarnos de mamá y que hemos desplazado al tabaco, el alcohol, el dinero, las drogas, el trabajo, la violencia.


- ¿Cómo solucionarlo?

- Hay que saber qué clase de niños somos, cuán carentes estamos y cuánta importancia seguimos dando a nuestras propias necesidades, esas que entran en conflicto con las del niño y que nos hacen desear que se porte como un adulto. Desde la propia carencia instituimos todo el arco teórico con respecto a lo que el niño debe y no debe ser.


- Los padres se preocupan cada vez más de sus hijos y los hijos cada vez demandan más.

- Nuestras abuelas tenían puesta la identidad en la maternidad y no sufrían esa lucha interna. Hoy las demandas genuinas del niño entran en guerra con nuestras propias necesidades e intereses personales. Desde ese lugar pareciera que demandan más, pero en realidad tienen muy poca mamá.


- Pues mala solución tiene.

- La solución es revisar qué estamos ofreciendo de verdad y qué no y, en la medida en que nos damos cuenta de nuestras propias carencias, ver cómo podemos solucionar las del niño. La ciudad y la familia nuclear - papá, mamá e hijo- es el peor sistema para criar un niño, las mujeres no tenemos las espaldas cubiertas para hacerlo.


- ¿A qué se refiere?

- Pedimos demasiado a los varones, que son personas tan carenciadas como nosotras. No tenemos familia extendida, tribu, aldea, pueblo, que tradicionalmente se repartían esas demandas de los niños.


- ¿Entonces?

- Debemos inventar nuevas redes de mujeres, y la figura de la doula es para mí la profesión del futuro. La doula, que sabe de esa parte oscura, acompaña a la mujer durante el parto y también durante el puerperio.


- Eso son sólo cuarenta días.

- El tiempo de fusión emocional entre la madre y el niño es de dos años. Durante ese tiempo las madres se vuelven más torpes en el terreno intelectual y mental pero ganan lucidez emocional, aparecen las vivencias que tuvimos en nuestra infancia, intuiciones y percepciones contra las que solemos luchar.


- ¿La depresión posparto tiene que ver con esa parte oscura?

- Sí, con cuánto me dejó llorar mi madre, me pegó o me abandonó emocionalmente. Todo eso fue a parar al inconsciente y ahora que devengo madre aparece en forma de sentimientos confusos a los que, como son aterradores, intento dar alguna explicación y, como no la hay, aparece la depresión. Podré tapar y tapar, pero ante cada crisis vital volverán a surgir mis carencias.


- Entonces es una cadena

.- Sí, genealógica, hasta que una mujer valiente pone conciencia y rompe la cadena y aprende de sus propias carencias para no carenciar a su hijo. Porque, si no, es tal la vivencia de vacío que las madres rechazamos al niño para no sentir el vacío y el frío de la ausencia de contacto que nosotras vivimos.


- Muchas parejas se rompen cuando aparece el bebé.

- Cuando uno ha vivido historias de mucho amor, hay sitio para todos, y cuando uno ha vivido historias de desamparo, hay lugar para poquito. Pero hay otra cosa que sí sucede y de la que no se habla.


- Cuéntenos.

- Cuando una madre está criando, tiene toda su sexualidad puesta al servicio del bebé y no hay sexualidad disponible para el varón. En esos momentos críticos el varón no se siente amado y la mujer cree que ya no lo ama. No es verdad. El hombre puede vincularse a través del sostén y el amparo y estar masculinamente activo en el acto de cuidar.


- ¿Y si el padre está ausente?

- El gran problema es cuando hay un padre que está pero que no está realmente involucrado emocionalmente, porque la madre va a reclamar y no va a obtener. Sin embargo, cuando la madre está criando sola, pide ayuda.


- En todo caso, ser madre se complica.

- Tanto, que la sociedad va a tener que implicarse, porque todo bebé necesita una madre que esté amparada por muchas instancias. Tenemos que volver a inventar la tribu.



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