Mimitos virtuales

jueves, 4 de septiembre de 2008

Me mando Sofia un mimito. Aqui va el mio:

6 cosas que me gustan:

1.- bailar tahitiano (aunque hace mucho que no lo hago)

2.- tejer amigurumis

3.- investigar en mi alma, a ver que me hallo, aunque a veces no sea divertido

4.- internet en general, forear y blogguear en particular

5.- las sonrisas y chistes de mis niñas, son lo mejor Photobucket

6.- la lasagna


6 cosas que no me gustan:

1.- el aseo de la casa

2.- despertarme temprano

3.- pelear, confrontar con la gente y menos con la que quiero

4.- no me gusta estresarme, preocuparme, apurarme

5.- tener muchas cosas que hacer

6.- los temas politicos


Yo le mando este mimo a Carla.

Hay un tiempo...

martes, 2 de septiembre de 2008

Hay un tiempo ...

Para tenerte en mis brazos y contarte la historia más hermosa que jamás hayas oído. Para enseñarte que Dios existe en el cielo, en la tierra, en cada detalle de la naturaleza y de tu cuerpo...en tu alma. Para enseñarte a sentir asombro y a emocionarte por las cosas que realmente lo merecen. Para dejar de lado los platos sucios y llevarte al parque para que puedas correr, respirar a pleno pulmón, mirar a la luna, platicar de tus sueños que son mis sueños también, para que sientas la lluvia en tu carita y descubras cada secreto de la naturaleza. Para jugar contigo una carrera, hacerte un dibujo y llenarte de mimos, abrazarte y sentir tu hermoso calor y respirar tu bello olor. Para señalarte el camino de la verdad y enseñarte a amar y a respetar la vida con tus sentimientos de niño.

Este tiempo es corto, y si me descuido se me esfumará, porque la vida no espera.

Hay un tiempo...

Para cantar en vez de rezongar, sonreir en vez de fruncir el ceño, reflexionar en vez de airarme, comprender en vez de llorar por un jarrón roto, compartir con mis mejores sentimientos mi amor por la vida y la familia. Para contestar tus preguntas, antes de que quizá llegue el momento cuando no quieras escuchar mi respuesta. Para enseñarte firme y pacientemente a decidir y a analizar, a disponer un lugar para cada cosa y a poner cada cosa en su lugar. Para mostrarte la paz del deber cumplido y comunicarlo con la fuente de la paz.

Este tiempo es breve, aprovecharé cada minuto, porque la vida no espera.

Hay un tiempo...

Para verte partir valientemente hacia la escuela y entonces extrañar tu linda y ruidosa presencia a mi lado. Para aceptar que ahora hay otros que atraen tu interés, y esperarte cuando regreses de la escuela. Para escuchar tus largas y emocionantes descripciones de lo que sucede cada día. Para enseñarte a ser independiente, responsable y sobre todo, a ser tú mismo. Para guiarte con afectuosa firmeza e inculcarte la disciplina con amor, comprensión y justicia. La casa puede esperar, el auto puede esperar, la ropa puede esperar, pero la vida no espera.

Habrá un tiempo...

Cuando las puertas ya no serán cerradas a golpes, ni habrá juguetes en la escalera, ni peleas entre los hermanos, ni marca de lápices en las paredes, entonces podré recordar con gozo los años pasados y pensar que fue mucho más de lo que pensé lo que he ganado.

Entonces habrá un tiempo para recordar y sentarme a agradecer por haber esperado a que tú crecieras y a que me ayudaras a crecer contigo. A darme cuenta que la vida sí espera y lo que espera es que seamos felices y la disfrutemos tal como se nos presenta.

Porque finalmente habrá un tiempo...

Para partir y recordarte que los lazos que nos sujetan son indestructibles, tan fuertes y firmes que estarán siempre presentes. Cuando me necesites estaré a tu lado, yo viviré en tu corazón, de una u otra manera acudiré cuando me necesites porque siempre he respetado tu vida y tus decisiones porque te amo y siempre te amaré, por el resto de tu vida.

¡Te amo hijo hermoso!



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Publicado en el foro de Criando Creando por Tatairi

Los niños como enemigos

lunes, 1 de septiembre de 2008

Somos grandes, por lo tanto podemos hacer lo que queramos. ¿Dejar que el niño se calme solo y se duerma? Es posible ¿Permitir que llore cerrando la puerta para no escucharlo? Es posible. ¿Abandonarlo solo en su cuarto y no enterarnos de lo que le sucede? Es posible. Podemos hacer algo más: creer y auto-convencernos de que el hecho que un niño se duerma solo es un "logro". Obviamente que todo esto lo podemos hacer, incluso sintiendo que "hemos ganado una batalla" contra el capricho del niño que tiene que aprender a no molestar.

Pero la realidad es un poco más compleja. Porque lo único que aprende un niño que está solo, es que el mundo es hostil, peligroso, árido y que viene cargado de dolor. No hay ningún logro cuando el niño efectivamente se duerme. Al contrario, el pequeño conoce en esa instancia el dolor de la resignación, al constatar que aunque llore, grite, o se desespere, nadie va a acudir en su ayuda y que le conviene detener su llanto para sobrevivir. Aprenderá que no vale la pena pedir ayuda, sabrá que no cuenta con nadie, aunque sólo tenga pocos días de vida.

Es preciso comprender que la necesidad básica de todo niño humano de estar en contacto corporal y emocional permanente con otro ser humano, la necesidad de calor, cobijo, ritmo, movimiento, cercanía y mirada; no desaparece al no obtenerla. El niño simplemente sabe por experiencia que el llanto no le procurará una solución, y que hasta el momento el llanto sólo le devolvió soledad, oscuridad y quietud. Entonces, con cuidadosa inteligencia, el niño desplaza su necesidad, hacia una manifestación "escuchable" para el adulto. Generalmente se enferma.

Los adultos somos tan necios, que no reconocemos en la enfermedad, la necesidad desplazada del niño. Creemos que se enfermó, y que esto no tiene nada que ver con "el logro del buen dormir" o más precisamente, con la soledad y el sufrimiento que soporta.

Ahora bien, si cada uno de nosotros tuviésemos la valentía de recordar y sentir el dolor sufrido a causa de los métodos de crianza y educación que hemos vivenciado, y si pudiésemos posar las manos sobre el corazón y recordar las vejaciones, humillaciones y desamparos que hemos sufrido siendo niños, comprenderemos que todo esto se trata de una guerra emocional. Aceptemos que ahora somos grandes y estamos en condiciones de vengarnos. Ahora vomitamos la impaciencia, la incomprensión, la desdicha y el odio del que fuimos víctimas. Ahora pretendemos salvarnos y dormir en paz. Como si dormir una noche entera fuese tan importante para un adulto, frente a la inmensidad de la noche desde el punto de vista de un recién nacido.

Fuente: Laura Gutman

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