La crianza feliz: extracto (Rosa Jové)

martes, 23 de junio de 2009

Del foro de Criar y Amar (mi casa) me traigo esto (los entre parentesis inclinados son mios):
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LA CRIANZA FELIZ
Rosa Jové
ISBN: 9788497348164
Capítulo I
BASES PARA UNA CRIANZA FELIZ
Hace poco me contaron una historia: Había una vez un lobo jardinero que se dedicaba a cuidar un pequeño bosque. Un día oyó acercarse a una niña con una caperuza roja que cruzaba el bosque pisando la hierba y arrancando sus flores. Preguntada a dónde iba, le dijo que a ver a su abuelita, que estaba enferma. Para evitar males mayores, la desvió por un camino algo más largo, pero asfaltado, que bordeaba el bosque. Al poco se da cuenta de que ha debido de coger unas flores urticantes y, cruzando el bosque por el camino más rápido, llega a casa de la abuela. La abuela, en cuanto lo ve, se encierra en el armario y mientras el lobo trata de convencerla para que salga oye acercarse a la niña. —¿Qué hago? Le he pegado un susto de muerte a la abuela y ahora voy a causarle un disgusto a la niña si no la ve. Recoge el gorro de la abuela, se lo pone y piensa: «Me hago pasar por la abuela y, después de que la niña se vaya, intento calmar a la pobre mujer». La niña se acerca a la cama y nota ciertos cambios morfológicos que va preguntando, hasta que al final se da cuenta del engaño y sale corriendo. El lobo va detrás para intentar calmarla. Por el bosque merodeaba un cazador que había seguido el rastro de los gritos y al ver a un lobo a tiro no se lo piensa dos veces y dispara. El cazador contento, la niña contenta y la abuela también. Los lobos no se explican cómo ha llegado esta historia tan diferente hasta nuestros días…
Pero nosotros sí podemos hacerlo porque sabemos que quien escribe la historia siempre la cuenta a su manera: el héroe de un bando es un enemigo o traidor para el contrario. Si pasean por las estanterías de las librerías y bibliotecas (sección de educación para niños) se encontrarán con que la mayoría tienen títulos peyorativos para los niños del tipo Socorro, tengo un hijo adolescente, Pórtate bien, El pequeño dictador, Cómo sobrevivir a los hijos, Cómo evitar la tiranía en los niños…, porque los escribimos los adultos para los adultos. En ningún momento nos hemos detenido a pensar cómo se sentirían ellos. Por otra parte, el artículo 18 de nuestra Constitución (nota: en España) garantiza el derecho a la propia imagen (se tenga la edad que se tenga), y estos títulos dañan la imagen del menor.
Una señora comentaba no hace mucho en una librería de mi ciudad: «Esto, esto es lo que tengo yo: ¡un tirano en casa!», en clara alusión a su hijo adolescente y al título de un libro que allí estaba. Probablemente esa mujer lo debía de estar pasando fatal por los problemas de comunicación y comportamiento de su hijo adolescente, pero mientras pensara que éste era un tirano seguro que iba a tardar más en solucionarlos. Aquel título posiblemente hiciera que el problema se agravara porque había añadido una palabra peyorativa al concepto que la madre tenía de su hijo: a partir de aquel momento éste pasó de ser un adolescente con problemas a ser un tirano (la importancia del lenguaje, y el mundo que crea).
Imaginen que este tipo de títulos se hicieran sobre otros colectivos: Socorro, tengo una mujer emancipada, Pórtate bien, El pequeño dictador,1 Cómo sobrevivir a los inmigrantes, Cómo evitar la tiranía en tu esposa… Más de un colectivo —¡y con razón!— se habría levantado en protesta porque la imagen de todo el grupo quedaba dañada con estos títulos.
En el caso de los niños, algunos adultos incluso encuentran estos títulos graciosos. No podemos empezar a educar a los niños sin el convencimiento de que tienen los mismos derechos que nosotros (los adultos). Que son personas de pleno derecho.
Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros». Y ése debe de ser el primer paso ante cualquier actuación educativa hacia el menor: nunca menoscabar su dignidad ni sus derechos.
Este libro parte de la premisa de que educar es un camino que hay que recorrer con los hijos, al lado de los niños. ¿Cómo vamos a compartir viaje con alguien del que pensamos que nos quiere tomar el pelo o torearnos? Ese tipo de pensamientos provoca una distancia emocional entre padres e hijos. Ya no se hace el viaje con alguien, junto a alguien, sino unos delante y otros detrás; y eso en el mejor de los casos, porque hay otra opción peor, que es la de llevarlos a «rastras». Conforme esa distancia entre padres e hijos se acrecienta, cada vez es más difícil el camino de regreso.
No debemos caer en el error de ver la educación de los niños desde un solo ángulo; tenemos que darles voz, saber ponernos en su lugar. Sólo así podremos entenderlos, y la comprensión es el primer paso para solucionar un problema.
A principio de los noventa trabajaba en una escuela de mi ciudad que tenía un edificio muy antiguo y que estaba dando muchos problemas. Después de mucho pedir, construyeron uno nuevo. Semanas antes del traslado nos invitaron a ver el edificio a la comunidad de padres y profesionales del centro. La decepción fue mayúscula. Los arquitectos no habían tenido en cuenta a ninguna de las personas que iban a usar el edificio (niños, padres, maestros, profesionales…) y habían caído en errores monumentales, como poner una escalera de diseño con unas barandillas por las cuales los niños podían caerse al vacío, o situar los percheros de las clases de parvulitos a metro y medio de altura. Lo más gracioso era ver a los niños de la clase de párvulos usando los urinarios de pared: como estaban demasiado altos, se ponían a orinar apuntando hacia arriba y el pis les volvía a caer en su pantalón (a los más afortunados sólo les salpicaba los zapatos). La inauguración se retrasó y, una vez instalados, las reformas continuaron. Cuando se hace una cosa para alguien, hay que tener en cuenta a ese alguien (considerar el "todo"). Como cuando en Navidad buscas un regalo adecuado a esa persona que tanto quieres; normalmente es un buen regalo si has tenido en cuenta sus gustos, no los tuyos. Por lo tanto, si usted es de los que piensa que para educar a un niño se pueden utilizar formas de trato diferentes de las que se usan con el resto de personas (pues no las emplearía con su pareja, ni con sus amigos íntimos), como dejarles llorar, enviarles a su habitación, ignorarles, dejarles sin cenar, quitarles sus objetos más preciados durante un tiempo, levantarles la voz…,2 o si es de los que piensan que cuando un niño presenta un problema toda la culpa es de él, o que es malvado, o que le toma el pelo… Si es así, éste no es su libro (pero mejor que siga leyendo).-------------------
libroISBN=9788497348164
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Gracias, Ceci!!!!

La regla de oro de la crianza

martes, 16 de junio de 2009

La Regla de Oro de la Crianza
Por Jan Hunt
Traducido por Marcela Araiza
Fuente: Natural Child

La Regla de Oro ha probado su excelencia como guía moral desde la antigüedad. Los pensadores griegos y judíos, Confucio, Jesús y otros maestros de ética, enseñaron esta regla, la cual es llamada "de Oro" para indicar su relevancia como regla fundamental de vida. ¿Qué mejor enseñanza podemos utilizar en nuestro día a día en la crianza? Una variación de la Regla de Oro para los padres sería "Trata a tus hijos como tú quisieras ser tratado si estuvieras en su lugar". Puede ser esclarecedor aplicar esta "Regla de Oro de la Crianza" a los métodos comunes de disciplina, considerando que los esposos están en "el mismo lugar" que los niños a los que se les aplica la disciplina.

1. Castigos Físicos

La esposa derrama el café accidentalmente en el saco nuevo de su esposo. Él le pega. ¿La esposa será más cuidadosa con las pertenencias del esposo en el futuro? ¿O hará que lo arresten por violencia intrafamiliar?

2. Tiempo fuera

El esposo comienza a discutir con un amigo que está de visita. La esposa le dice "¡No es amable que discutas con tu amigo! ¡No lo permitiré! ¡Vete a sentar en tu cama una media hora!" ¿El esposo se volverá menos discutidor? ¿Lo embarazoso de la situación hará que se corrija? ¿Se sentirá con ganas de pedirle disculpas a su amigo?

3. Consecuencias

La esposa está manejando, olvidó llenar el tanque y se queda sin gasolina. Ella llama a su esposo y le pide que le traiga gasolina. Él se rehúsa, explicando que tiene que aprender de las "consecuencias naturales" para que sea más responsable. ¿La esposa se acordará de llenar el tanque cuando esté casi vacío la próxima vez? ¿O estará demasiado preocupada imaginando el divorcio como para pensar en cosas menos importantes como el mantenimiento del carro?

4. Conteo

La esposa le recuerda al esposo, quien está leyendo el periódico después de cenar, que es su turno de lavar los trastes. El murmura "Mm hmm" y sigue leyendo. La esposa dice firmemente "¡Tienes que lavar los trastes ahora! 10-9-8-7..." ¿El esposo sentirá ganas de cooperar con su esposa? ¿O pensará que se ha casado con una lunática? ¿Y se sentirá poco amado?

Todos estos métodos disciplinarios parecen ridículos cuando los vemos de esta manera. Pero la razón es que nuestra sociedad decidió en algún momento que los niños y los adultos responden a diferentes principios de conducta. Este ha sido un error muy dañino. La verdad es que los niños, como los adultos, sienten más ganas de cooperar cuando se les trata con amabilidad, respeto, entendimiento y dignidad.

El único método que tiene sentido en las relaciones humanas, ya sea con un niño o con un adulto – es el amor incondicional.

En nuestra sociedad, nos hemos hecho la pregunta equivocada. Hemos preguntado "¿Cuales reglas funcionan con los niños y cuales con los adultos?" La realidad es felizmente más sencilla: Todos los humanos se portan como se les trata. La edad no hace la diferencia. Los padres que quieren ayudar a sus niños a crecer como adultos amorosos y responsables, no pueden hacer otra cosa mejor que recordar la Regla de Oro: "Trata a tus hijos como tú quisieras ser tratado si estuvieras en su lugar." Es simple, sencillo y efectivo. Y no necesitamos estar buscando a qué edades aplica esta regla. Es lo mismo para todos.

Lo vi en el foro de Criando Creando

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